Nadie pone en duda que Ayrton Senna fue y sigue siendo una de las figuras más importantes del mundo del automovilismo y las carreras. Muchos han sido los pilotos que han mostrado la admiración que tenían por el brasileño (Fernando Alonso y Lewis Hamilton, entre ellos), y prácticamente todos están de acuerdo en afirmar que es uno de los mejores corredores de la historia (una encuesta realizada en 2009 así lo demuestra). No hacen falta más razones para justificar este artículo, así que haya vamos con la historia de una de las leyendas de la Formula 1.
Inicios
La historia de Senna y el automovilismo comienza a principios de los 60, cuando su padre le construyó un kart artesanal que utilizaba un motor de una picadora de caña y que alcanzaba los 60 km/h. Esta máquina en ningún momento fue concebida con la idea de que el pequeño Ayrton se convirtiese en piloto profesional, sino que fue como si le estuviesen regalando una bici. Pero todo cambió la primera vez que se subió a su nuevo juguete, a la edad de cuatro años. Algunos testigos de aquel acontecimiento afirman que fue asombroso ver las nociones y conocimientos que Senna parecía haber adquirido sin haberse subido nunca antes a un kart.
Poco tiempo después, el joven brasileño debutó en el mundillo de las carreras (a la edad de 8 años). A los 13 años entró de forma oficial en una competición de Karting y ese mismo año ganó el Campeonato Paulista de Karting. Con 18 años se traslada a Europa para correr para el equipo Italiano DAP, equipo del que formó parte desde 1978 hasta 1982, consiguiendo en este periodo dos subcampeonatos del mundo. De su etapa en los karts proviene su habilidad para la conducción sobre mojado. Al parecer, después de perder una carrera debido a la lluvia, se pasó varios días en el circuito intentado conducir en esas condiciones hasta conseguir perfeccionar su técnica, lo que bien le valió más tarde en su etapa en la Formula 1.
Tras su paso por los karts, Ayrton Senna se instaló en Inglaterra para competir en la Fórmula Ford 2000. Ganó la competición en su primer año. Después, pasó a correr en el campeonato británico de Fórmula 3 con el equipo West Surrey Racing, llevándose también a casa el campeonato. Esto le valió para que varios equipos de F1 se interesaran por él –Williams, McLaren, Brabham y Toleman, entre otros–, pero finalmente terminó con un sitio en Toleman, ya que el resto de equipos tenían confirmados a sus pilotos titulares.
Ayrton Senna y la Formula 1
El GP de Brasil de 1984 fue su primera carrera en el Gran Circo a bordo del Toleman, aunque no fue especialmente destacada. Pero esto era solo el principio, ya que durante su primer año dejó muchos destellos del talento que atesoraba. Prueba de ello fue el Gran Premio de Mónaco de 1984, en el que pasó de 13º posición a 2º en 20 vueltas y con unas condiciones meteorológicas muy adversas (la lluvia fue una constante a lo largo de todo el fin de semana).
Esto es, sin duda, algo espectacular para un piloto novato, pero lo mejor de todo llegó en las las últimas 11 vueltas (la carrera se suspendió en la 32 por la falta de visibilidad), cuando Senna consiguió superar a Alain Prost, que iba primero y llevaba una ventaja de 20 segundos sobre el piloto de Sao Paolo. No obstante, la carrera se detuvo en aquel momento y la dirección decidió que solo se tendrían en cuenta las posiciones de la última vuelta realizada por todos los pilotos, por lo que Ayrton terminó segundo, siendo este su primer podio.
La primera buena temporada del brasileño, en la que terminó en novena posición, le sirvió como puente para entrar en un equipo de mayor calibre: Lotus Honda. El equipo inglés le tuvo entre sus filas desde 1985 hasta 1987 y fue testigo de la primera pole position y la primera victoria de Ayrton Senna en el GP de Portugal. Una primera posición que llegó, cómo no, en una carrera donde la lluvia fue protagonista. A esta 1º posición le siguieron una victoria en Spa-Francorchamps y 7 poles.
Las dos primeras temporadas en Lotus terminaron con Senna cuarto en el Mundial de Pilotos y en la tercera temporada quedó tercero. Esto llevó al carioca a pensar que la escudería de Norfolk estaba lejos de poder luchar por el título y decidió unirse a McLaren para la temporada 1988, en la que compartiría equipo con el que fue su mayor rival, Alain Prost. Por aquel entonces, ya era considerado como uno de los mejores pilotos del momento, pero lo que vino después no hizo más que engrandecer su figura.
Senna llega así al equipo de Woking a finales de los ochenta, avalado por Prost, que aceptó que fuese su compañero de equipo (algo de lo que luego que se arrepintió). Este fue el inicio de una de las rivalidades más conocidas de la historia de la F1, debido a los espectaculares duelos que se vivieron en pista. A pesar de los encontronazos, Ayrton ganó su primer Campeonato del Mundo aquel año, gracias a sus 8 victorias obtenidas a lo largo de la temporada.
El año 1989 no fue tan dulce ya que, después de luchar con uñas y dientes durante toda la temporada, la copa de campeón se la llevó Prost –aunque con cierta polémica, debido al escándalo del circuito de Suzuka–. La constante fricción entre los dos pilotos llevó al francés a cambiar de equipo y recalar en Ferrari. Prost tenía claro que Senna era el favorito, y no quería estar en un equipo en el que hubiesen dos pilotos «alfa». Esto abrió camino al brasileño, que se hizo con dos campeonatos del mundo consecutivos en 1990 y 1991. El último de todos fue el que le acercó a ser considerado uno de los mejores pilotos de la historia, en gran medida por la gran lucha que mantuvo con Nigel Mansell.
Los dos años siguientes fueron un poco más complicados, debido a los problemas internos y técnicos sufridos por McLaren y al importante dominio de los Renault Williams y Senna termina el mundial en 4º y 2º posición. Esto le lleva a firmar por Williams en 1993 de cara a la siguiente temporada –algo que se hizo posible porque Prost se retiraba, ya que este no quería verlo ni en pintura–. Fue la última de su carrera.
El accidente en Imola
A pesar de que había muchas esperanzas puestas en él y de que la expectativas eran altísimas, las primeras carreras de Senna en Williams no salieron del todo bien, ya que este tuvo que abandonar en ambas ocasiones, siendo las victorias para Michael Schumacher. Pero si el inicio de la temporada ya era bastante horrible, lo peor iba a llegar el 1 de Mayo de 1994, en el Gran Premio de San Marino.
Senna partía desde la pole position en Imola, pero un accidente en la salida provocó que el coche de seguridad entrase en pista durante varias vueltas. Esto enfadó especialmente a Ayrton, que mostraba sus ansiedad y desesperación por ir más rápido haciendo señas al coche de seguridad para que fuese más ligerito. La situación se mantuvo durante las 6 primeras vueltas, lo que probablemente provocó que los neumáticos se enfriaran y que el agarre se redujese considerablemente. Y entonces, después de que el safety car abandonara la pista, ocurrió el desastre.
Al pasar por la curva Tamburello en la vuelta 7, el coche de Senna salió recto y e impacto de forma brutal contra un muro de cemento a una velocidad de 218 km/h. En el impacto, la parte delantera del coche quedó destrozada y una varilla de la suspensión salió disparada, atravesando su casco y la visera, ocasionándole una fractura en el cráneo. Si la varilla hubiese pasado unos cm más arriba, es probable que el piloto aún siguiese vivo.
Senna murió en el instante –tenía 34 años–, aunque no fue hasta cuatro horas más tarde cuando se confirmó su muerte. Se trata del episodio más trágico de la historia de la Formula 1 y provocó que se cuestionase la seguridad de los circuitos y de la propia categoría. También supuso la pérdida de una de las figuras más importantes del automovilismo y, en cierto modo, el nacimiento de una leyenda que todavía perdura.
Hoy en día existen numerosas teorías sobre qué pudo pasar en el accidente. La versión oficial dice que fue una rotura de la dirección, pero no queda claro si esta se dio en la curva o después del impacto. Algunos apuntan a una pieza nueva instalada por Williams pedida expresamente por el piloto para mejorar la comodidad de su asiento. Otros dicen que no fue la dirección, sino los neumáticos que se habían enfriado después de la salida del safety car y que por tanto habían perdido su capacidad de adherencia. Nadie ha asumido ningún tipo de responsabilidad todavía y, aunque el juicio terminó hace tiempo, aún no queda del todo claro qué ocurrió realmente.
El nacimiento de una leyenda
La muerte del tricampeón del mundo fue un gran golpe para la F1, peor aún lo fue más para su país natal, Brasil. Allí era un ídolo que todo el mundo adoraba y así quedó reflejado en su funeral, al que acudieron cerca de dos millones de personas. Pero la cuestión es que Ayrton Senna no pasó a ser una leyenda solo por su espectacular talento al volante de un mono plaza. Era un tipo carismático, que se había convertido en un modelo a seguir para muchos.
Es cierto que se ganó muchas enemistades mientras corría, pero sus palabras y sus actos decían mucho de la clase de persona que era –en Bélgica 1992 paró su monoplaza para ayudar a Erik Comas–. Iba más allá de lo que se le exigía como piloto, mostrando unos valores poco frecuentes y distintos a los del resto. Era educado, respetuoso y comprometido socialmente, algo que no hizo más que ensalzar su imagen. A esto hay que sumar su gran ambición y su fuerte carácter, que dejó imágenes como las que se vieron en Mónaco, cuando se fue a su piso de Montecarlo después de empotrarse contra un muro.
Es obvio que su prematura muerte contribuyó especialmente a mitificar a su persona, algo muy habitual en estos casos –veáse Jimmy Hendrix o Kurt Cobain–, pero eso no quita algo que es obvio: Ayrton Senna fue una de las figuras más importantes del automovilismo y de las carreras. Un verdadero mito.