Es bastante habitual que, cuando estamos a la caza de un vehículo de segunda mano, lo primero que hagamos sea mirar cuántos kilómetros tiene. Esta práctica, aunque resulta lógica y común, no es necesariamente la más adecuada a la hora de valorar las condiciones de un vehículo. Tendemos a evaluar todo a través de un número, y el problema de esto es que en muchas ocasiones las cifras ocultan otras cosas que no están a la vista. Por esta razón es importante realizar un pequeño trabajo de investigación antes de «lanzarnos a la piscina» basándonos únicamente en datos superficiales.
Los kilómetros de un coche pueden darnos una idea aproximada del uso que se ha hecho de este, pero no tenemos que dejarnos engañar por las apariencias. Dos automóviles idénticos con la misma distancia recorrida registrada pueden haber tenido dos «vidas» completamente diferentes. No es lo mismo un auto con 100.000 km que se ha usado única y exclusivamente para viajes por autovía o autopista que un coche con el mismo rodaje que se ha conducido prácticamente siempre por ciudad. El desgaste del automóvil suele ser mayor si se realizan trayectos urbanos, ya que encendemos y apagamos el motor con mayor regularidad, usamos más el embrague y los frenos y sometemos a la suspensión a relieves especialmente abruptos (malditos badenes).
Además de cuál es el uso que se le ha dado al vehículo, es importante conocer «cómo» se ha utilizado y qué clase de cuidados se le ha dado. Hay mucha gente que realiza cantidades importantes de kilómetros al año, pero que mima y cuida su automóvil como si de un hijo se tratara, llevándolo a revisar cuando toca, cambiando regularmente el aceite, los neumáticos… En cambio, los hay que no prestan atención ni a la conducción ni a ningún otro aspecto, lo que se traduce en averías y problemas que surgen antes de lo previsto. Y esto se da tenga el coche 50.000 o 150.000 kilómetros. Es por esta razón por la que deberíamos empezar a considerar otros aspectos antes de dejarnos llevar únicamente por los números. Porque, aunque no lo parezca, hay coches con 200.000 km que están «como nuevos» y coches con 100.000 kilómetros con los que más vale no toparse.
Todo esto se traduce en que es vital considerar diversos aspectos antes de optar por comprar o no un vehículo. Además de lo ya mencionado, es relevante observar si el motor es gasolina o diésel, atmosférico o turbo, japonés o europeo, si el coche ha dormido en la calle o en el garaje o si ha circulado en una zona de clima seco o húmedo, entre otros. También es importante tener muy claro para qué queremos el vehículo, ya que lo importante es que el coche se adapte a nuestras necesidades y, por tanto, debemos evaluar las diferentes características en función de estas.
Finalmente, la conclusión a la que queremos llegar es que no tenemos que dejarnos llevar por el famoso «mito» de los kilómetros del coche. Existen innumerables factores que pueden darnos una información más precisa acerca del estado del vehículo que el rodaje del vehículo. No queremos decir que no sea un factor a tener en cuenta, pero consideramos que no es necesario dar más valor a este parámetro que a otros. Porque los kilómetros importan, sí, pero no tanto.
Si quieres saber más acerca de los factores a tener en cuenta a la hora de adquirir un vehículo, echa un vistazo a este artículo.
