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Magnus Walker: La pasión por Porsche personificada

Magnus Walker: La pasión por Porsche personificada

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Hay pocas personas en el mundo que tengan tan asociado su nombre a una marca como Magnus Walker. Y no a una cualquiera, porque es prácticamente sinónimo de nada más y nada menos que Porsche. Y es que este excéntrico icono de la moda de los años noventa tiene una colección de máquinas de la marca alemana valorada en más de 7.5 millones de dólares. ¿Lo mejor de todo? Solo unos pocos le han costado más de 25.000 dólares. Pero ya tendremos tiempo de hablar de sus carros, así que para empezar, hablemos de él.

A pesar de llevar gran parte de su vida viviendo en California, Walker es originario de Sheffield, una ciudad obrera del norte de Inglaterra. Según sus propias palabras, no era un población en la que abundasen los coches deportivos, sino que más bien estaba rodeado de camiones y tractores. No obstante, a su padre sí le gustaban los coches, lo que llevó al joven Magnus a disfrutar de las carreras de F1 y de las victorias de James Hunt en los años setenta. Fue también gracias a su progenitor que nuestro protagonista visitó el Earl’s Court Motor Show de Londres en 1977, a la edad de diez años. Al parecer, su pasión por Porsche empezó en aquel mismo momento, después de ver un 911 Turbo Blanco «Martini Racing». Y se hizo la magia.

Magnus-Walker

Durante su adolescencia, se vio muy influenciado por la cultura rock británica del momento. Aquí fue cuando empezó a adoptar su look «desaliñado», dejándose crecer la barba y el pelo, y a customizar su ropa con distintos elementos como parches, lo que terminó por convertirse en una seña de identidad propia. No obstante, no acababa de encontrar su sitio en el mundo, hasta que viajó a la «tierra de las oportunidades».

En 1982, Magnus dejó lo estudios y viajó a California después de conseguir un trabajo temporal, pero terminó por quedarse. Se enamoró perdidamente del país del automóvil y el rock y decidió apostar por cumplir sus sueños. Así, se instaló en Los Ángeles y comenzó a frecuentar Venice Beach, una zona que encajaba perfectamente con su estilo por ser el epicentro de la cultura hippie y skater, entre otras. Allí pasó un tiempo trabajando en una tienda de ropa, pero al poco se juntó con su novia Linda y ambos comenzaron a comprar Levi’s 501 usados, a pegarles parches, y a revenderlos. Resultó que era un estilo que casaba muy bien con las gentes de aquella zona, por lo que tuvieron bastante éxito y pudieron extender el negocio a otras prendas, como camisas o sombreros, que se vendieron como churros.

Coleccion Magnus Walker

Las cosas le fueron bien a Magnus en los años siguientes, lo que le permitió comprarse su primer Porsche 911 de 1974 «slant nose» a la edad de 25 años. Una compra que califica como «un verdadero éxito personal», porque solo le costó 7.500 dólares. A este le siguieron unos cuantos más, sobre todo a partir de 1993 cuando, después de divorciarse en todos los aspectos de Linda y conocer al amor de su vida (Karen), relanzó el negocio hasta convertirse en diseñador de ropa a medida para estrellas del rock. Pero la cosa no terminó ahí, porque poco después compraron una casa en el downtown de Los Ángeles que causó tanto furor por la decoración que se convirtió en escenario de películas y anuncios, lo que llevó a la pareja a introducirse en el mercado inmobiliario –y a hacer fortuna–.

La colección de Magnus Walker no ha terminado de crecer desde entonces. Él mismo estima que hoy en día tiene cerca de 40 Porsche guardados en una nave de 2.800 m2 en Los Ángeles. Algunos son verdaderas joyas únicas, aunque en realidad todos son «Walker Porsche», ya que desde 2008 dedica gran parte de su tiempo a comprar, vender y modificar vehículos de la marca de Stuttgart. Como hablar de todos ellos uno por uno sería una locura, vamos a repasar algunos, para que os hagáis una idea de lo que puede encontrarse en ese hangar.

Porsche-911-Urban-Outlaw
Porsche 911 «Urban Outlaw»

Tenemos, por ejemplo, el Porsche 911 T de 1971 «277», que fue el segundo Porsche que Walker compró y que es el más icónico de su colección (o el que más se asocia a su figura). A este le sigue un 924 Carrera GT de 1980 del que solo se fabricaron 406 unidades; un Carrera SC de 1978 «Hot Rod»; el Porsche nº 310 en salir de la cadena de producción (apodado 310); un 911 S de 1967; varios 911 Turbo 3.0 de finales de los setenta; un Porsche 914; un 911 964 con el motor de un 993 Carrera RS… Y no sigo porque podría tirarme aquí horas.

Algo que resulta curioso y que no hace más que engrandecer su figura, es el hecho de que Magnus es un fanático de Porsche en su conjunto, no solo del 911. En varias ocasiones ha afirmado que disfruta conduciéndolos todos, sin importarle si se trata de un 914, un 911 o 928. Tampoco le importa que sean motor central, delantero o trasero; o que sean refrigerados por aire o por agua. A él le gusta la marca en su conjunto, y no desprecia ninguno de sus modelos. Un porschista en toda regla, vamos.

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Magnus Walker junto a su Porsche 911 «277»

A esta alturas del artículo ya habréis observado que Magnus Walker es un personaje sin igual que siente una verdadera pasión por los automóviles. A pesar de ser coleccionista, suele sacarlos a pasear (como debe ser), y nunca renuncia a participar en un buen trackday en Laguna Seca con alguno de sus juguetes. No contento con eso, todas las restauraciones que hace las lleva a cabo con sus propias manos y dedicando el tiempo necesario. Eso sí, se niega a hacerlo para otros, porque hacerlo para sí mismo le genera placer y no busca sacar rentabilidad de ello.

Para terminar, me gustaría hacer referencia a una historia curiosa, pero que al mismo tiempo sirve como lección de vida, relacionada con esta personalidad. Al parecer, justo después de su primer en encuentro con un Porsche a los 10 años, escribió una carta a la compañía para pedir trabajo. Ellos le respondieron de forma muy cordial con un «llámanos cuando seas más mayor». Más de 30 años después de aquello, una carta con el logo de la compañía germana aterrizó en el buzón de Walker para pedirle que fuese embajador de la marca, cerrándose así el círculo para nuestro querido Urban Outlaw. Bonito, ¿verdad?

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